Juana Azurduy, la heroína olvidada de Bolivia

Juana Azurduy nació en Chuquisaca en 1780 en lo que antes se conocía como el Alto Perú, actualmente Bolivia. Su padre era un hombre rico de raza blanca que se casó con una mestiza llamada Eulalia Bermúdez, pero ambos murieron muy jóvenes, por lo que Juana quedó huerfana.

Su niñez transcurrió en el convento de Santa Teresa de Jesús en su pueblo, pero su actitud rebelde nunca encajó con el estilo de vida religiosa y fue expulsada a los pocos años.

En 1802, cuando tenía 25 años, se casó con un estudiante de derecho llamado Manuel Ascencio Padilla, tuvieron cinco hijos en total. En 1809 estalló la revolución de independencia de Chuquisaca y la pareja se unió al ejército popular.

Pero la derrota los obligó a huir de la zona junto a sus hijos.

El espíritu guerrero de la pareja no los dejó mantenerse alejados de la causa, así que luego se unieron al ejército anti español pero con los realistas ganando terreno dentro de Bolivia, terminaron sin nada luego de que todos los bienes de Manuel y Juana fuesen confiscados.

Su lucha continuó y ella resaltaba cada vez más por su increíble forma de liderar y su valentía. Fue la encargada de organizar junto a su esposo un escuadrón llamado Los Leales, que sirvió bastante bien para la causa independentista.

En 1816 fue nombrada como teniente coronel pro su increíble labor.

Pero ese mismo año tuvo que enfrentar uno de los momentos más duros de su vida, su esposo murió en plena batalla cuando iba a auxiliarla porque había sido herida.

Juana ya había perdido a cuatro de sus hijos por los estragos y el hambre de la guerra. Y luego de tener a su quinta hija Luisa en 1814, volvió al campo de batalla en el que vio morir a su esposo.

Luego de que se proclamara la independencia de Bolivia en 1825, la situación de Juana era bastante precaria. Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que la ayudó a vivir solo por cinco años hasta que le fue cortada la ayuda económica.

Juana vivió en la indigencia mientras hacía trámites para que el gobierno le devolviera los bienes que le fueron confiscados por los realistas pero nunca tuvo respuestas.

Falleció a los 81 años el 25 de mayo de 1862 en Jujuy, Argentina. Fue enterrada en una fosa común y pasó casi un siglo para que se le reconociera su incansable labor por la independencia de Bolivia.

Su cuerpo fue exhumado y trasladado a un mausoleo en su honor en la provincia de Sucre, donde ella había crecido. En el año 2009 el gobierno de Argentina la ascendió a general del ejército y Bolivia a mariscal de la república.




Titi González Méndez / Culturizando
Con información de biografíasyvida.com / mujeresenlahistoria.com