Los rituales sexuales más peligrosos de los animales

La araña orbe hembra se come al macho en medio de la relación sexual, pero el pene de este es desmontable por lo que termina el trabajo.

Una abeja reina que sobrevive a la edad adulta sin que haya sido asesinada por sus rivales realiza un vuelo de apareamiento con más de una decena de zánganos.

Cualquiera de los zánganos puede morir luego de que explote su pene y luego de que está separado del cuerpo, actúa como un tapón genital para que la abeja no sea fertilizada por otros.

Las langostas antes de tener sexo literalmente se desprenden de su exoesqueleto y luego del acto vuelven a meterse en él. Ya que no tienen sistema nervioso central no sienten placer durante el apareamiento.

Pero la verdad es que corren un gran riesgo. Al estar totalmente expuestas las langostas son un blanco fácil para sus depredadores.

Luego del acto de apareamiento, los machos son comidos por las demás hormigas.

Los ácaros de paja son conocidos porque al nacer, los machos se quedan esperando a su madre y la pican para succionar sus fluidos corporales hasta que esta muere. Tener descendencia para estos ácaros es letal.

La hembra mantis religiosa en muchas ocasiones se come a su pareja en pleno apareamiento o después. Ella comienza a comerse la cabeza del macho mientras su cuerpo aún está apareándose.

Lo más increíble es que el cuerpo del macho puede continuar en el acto aún mientras es devorado.

Los machos de las mariquitas pueden pasar horas apareándose con una hembra muerta antes de notarlo.

Estudios científicos indican que el macho puede tardar hasta dos horas en darse cuenta de que la hembra está muerta mientras copulan.


Titi González Méndez | Culturizando
Con información de listas.20minutos.es