Cookies: ¿qué son y para qué funcionan?

Las cookies —galletas informáticas, en español—  son fragmentos de información que se almacenan de manera automática en el ordenador de un usuario cuando este ha visitado un sitio web. Esta información se refiere a los hábitos de navegación. Por ejemplo, las visitas a páginas web, el idioma, configuración regional, direcciones de correo, sistema operativo... y otros.

En 1994, el programador Lou Montulli tuvo la idea de inventar las cookies informáticas para mejorar las comunicaciones web, con la intención de identificar a los navegadores que entraban a un sitio web, para que de ese modo, este sitio pudiera saber si un usuario se conectaba de la misma máquina y conocer sus preferencias. El uso de las cookies fue integrado por primera vez en la versión 2 de Internet Explorer, en octubre de 1995. Todo iba “bien” hasta que en 1996, el periódico británico Financial Times publicó un artículo sobre esta herramienta informática para prevenir al público en general sobre el uso de la información. A partir de allí, se ha debatido mucho sobre las implicaciones que pueda tener en la protección de la información y las violaciones de la privacidad.

En principio la utilización de las cookies era desconocida por lo usuarios pero a partir del año 2000, se han realizado diferentes modificaciones para que los usuarios puedan desactivarlas o borrarlas en caso de requerirlo.

Algunas ideas equivocadas que existen como que las cookies son portadoras de virus o representan algún tipo de spam, han hecho que estos fragmentos de información sean vistos como peligrosos. Sin embargo, al contrario de lo que se cree, estos pequeños archivos tienen la importante función de almacenar en el disco duro de la computadora datos sobre el usuario, para que si alguna vez vuelve a buscar la misma página, en ella se encuentren las preferencias que utilizó, se carguen las imágenes más rápidamente, o incluso, se guarden los artículos que añadió en un su carrito de compras virtual. 

La mayoría de las páginas en donde se crean cuentas de usuarios o perfiles, requieren imperativamente la utilización de las cookies, ya que sin ellas, la información del mismo no se almacenaría. Así, cuando se ingresa a una página, de forma automática las cookies ingresan la información del usuario.

Esto se guarda en el disco duro del ordenador y ocupa muy poco espacio, para darle a los sitios web información clave sobre el comportamiento de navegación y cómo utilizarlo para los avisos publicitarios. 

Las cookies pueden ser propias cuando pertenecen al sitio web que se está visitando, y de terceros cuando las instala una página web diferente a la que se está visitando. Un ejemplo de esta última, son las empresas publicitarias que tienen anunciantes en varios sitios web, cada vez que el usuario ingrese a esos sitios, a la empresa publicitaria le llegará la información.  

También existen cookies temporales o de “sesión” que están vigentes solo cuando está abierta la sesión del navegador. Y las permanentes, que se mantienen en el disco duro hasta que el usuario decida borrarlas. 

Estas galletas informáticas ocasionan diferentes opiniones entre los usuarios, ya que muchos se sienten incómodos al saber que puede haber información suya en la web. Sin embargo, los expertos aseguran que desactivarlas es una mala idea, porque se limita el uso de las páginas web e incluso la mayoría de los sitios web obligan al usuario a aceptar esta política. 

No, porque se perderán muchas personalizaciones que el usuario haya hecho en sus sitios web favoritos. Pero se pueden eliminar sin problema a través de las opciones de configuración de los navegadores. Otros recomiendan eliminar solo las cookies de terceros, que también existe una opción para ello en los navegadores.

La navegación anónima no permite que se almacene este tipo de información en el ordenador. En todos los navegadores se puede habilitar esta opción. 

Por Bárbara Pernia |  @barbcueto | Culturizando

Con información de: BBC | Softonic | Muy interesante