Museo de Comida Repugnante: ¿Una experiencia repulsiva o excéntrica?
Museo de Comida Repugnante: ¿Una experiencia repulsiva o excéntrica?
Lo que para la cultura de un país es delicioso, para otro, resulta que es repugnante. ¿Quién puede juzgar los gustos? Esa es la perspectiva que se pretende generar con el Disgusting Food Museum, un museo que ahora abrió sus puertas en Suecia y está sorprendiendo a todos…
Lo que para la cultura de un país es delicioso, para otro, resulta que es repugnante. ¿Quién puede juzgar los gustos? Esa es la perspectiva que se pretende generar con el Disgusting Food Museum, un museo que ahora abrió sus puertas en Suecia y está sorprendiendo a todos…
Según dice el refrán “sobre gustos y colores no han escrito los autores”, y bastante razón tiene, porque mientras unos piensan que un queso lleno de gusanos vivos –literalmente– es exquisito, otros pensarán que es una absoluta aberración. Y en ese dilema dedica su temática, el Museo de Comida Repugnante, que se exhibe en Suecia actualmente.
Uno de los responsables del proyecto, Samuel West (curador del museo) aseguró para los medios que “la repugnancia es completamente subjetiva”, refiriéndose a los platillos que muestran en la exposición del museo, y que sorpresivamente se consumen en diferentes partes del mundo.
Empecemos con algo ligero...
El casu marzu es un plato llamativo de Cerdeña, compuesto por un queso infestado de larvas vivas de moscas, este puede ser acompañado con un vino aderezado con ratones muertos en botella, muy popular en China y Corea.
Así como estos platos exóticos, hay un menú completo, que suma un total de 80 exhibidos en el museo.
El director del museo, Andreas Ahrens, junto con su buen amigo Samuel West decidieron formar esta exhibición, la cual aseguran les costó mucho tiempo en investigación extensa, desde donde surgieron casi 200 ideas de platos, en los que estudiaron cada color, olor, sabor, textura y fondo; para finalmente decidirse por los 80 alimentos. Para esto, los responsables del museo trabajaron en conjunto con el departamento de Antropología de la Universidad de Lund.
Una de las principales características que deseaban salvaguardar era la importancia histórica del platillo en su región, el balut por ejemplo, es consumido ampliamente en Filipinas. Se trata de un huevo de pato ya fertilizado con su embrión, el cual se cuece al igual que un huevo normal y se come directamente de la cáscara.
El objetivo del museo es “desafiar” las ideas de los visitantes, y crear una conciencia de mente abierta, en donde las personas puedan plantearse hacer una transición a “proteínas más sostenibles” como las que proveen los insectos, por decir un ejemplo. De este modo, Samuel West considera que las personas podrían cambiar de noción con respecto a la manera de alimentarse.
Las variedades de alimentos vienen desde distintas partes del mundo. Directamente de Estados Unidos, se exhiben varios ejemplos de comida rápida, una de las más llamativas son las tiras de tocino, que se exponen junto a una estatua de un cerdo con agujas por todo su cuerpo, con la idea de mostrar la cantidad de antibióticos que se les administra a estos animales en los criaderos.
Los más famosos son el tiburón islandés fermentado, el cual asegura West que “sabe a muerte mezclado con amoníaco”, y el surströmming (pescado del mar Báltico) fermentado, el cual es considerado uno de los alimentos con peores olores del mundo.
Tailandia pudo haber prohibido el durián en los hoteles y el transporte público, pero esta fruta espinosa con un olor tan peculiar, esta abiertamente expuesta en Suecia.
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Mientras las personas visitan la exposición, pueden no solamente descubrir y conocer los alimentos de otras culturas, sino que también pueden degustarlos y llevarse un poco a casa. Es por ello que resultó bastante costoso el museo, porque, además de su dificultad para encontrar los platos, deben reabastecerse cada dos días y así mantener los alimentos “lo más frescos posibles”.
La experiencia para los responsables del museo ha sido increíble, y han admitido que no esperaban tanta receptividad por parte de las personas, quienes aún les siguen enviando ideas para mostrar en su museo.
El Disgusting Food Museum abrió sus puertas desde octubre de 2018, y permanecerá en Malmö (Suecia) hasta finales de enero de 2019. Después de eso, la idea es llevar toda esa comida de gira por Alemania, Japón, China y Estados Unidos.
Por: Bárbara Pernía | @barbcueto | Culturizando
Con información de: Traveler | BBC | El Mundo