¿Cómo se convirtió el beso en el epítome del romanticismo poético?
¿Cómo se convirtió el beso en el epítome del romanticismo poético?
Besar es uno de los placeres más dulces de la vida. Nada más romántico que un beso de amor, único e irrefrenable, apasionado y dulce a la vez, lleno de sentimiento y de mil cosas que queremos decir; pero… ¿Alguna vez te has preguntado cómo se originó ese impulso, muchas veces, incontrolable? ¿Cómo se transformó en un acto poético y romántico?
Besar es uno de los placeres más dulces de la vida. Nada más romántico que un beso de amor, único e irrefrenable, apasionado y dulce a la vez, lleno de sentimiento y de mil cosas que queremos decir; pero… ¿Alguna vez te has preguntado cómo se originó ese impulso, muchas veces, incontrolable? ¿Cómo se transformó en un acto poético y romántico?
Los besos constituyen una importante herramienta en las relaciones humanas y, en la cultura occidental, siempre están presentes desde que somos unos niños pequeños: el beso que nos dan nuestros padres antes de dormir o cuando nos vamos a la escuela; el beso que le damos a nuestra mascota cuando no podemos evitar que su carácter adorable nos conmueva; un beso en la mejilla a nuestros amigos después de semanas sin verlos; o ese precioso primer beso entre enamorados con el que todos hemos soñado alguna vez…
Y es precisamente de este último del que hablaremos pues, el beso social es una muestra de cariño y cortesía que podemos llegar a comprender; pero, ¿de dónde sale ese impulso, muchas veces incontrolable, de compartir algo tan íntimo como nuestra saliva con alguien más? ¿Cómo llegó a ser ese acto tan transgresor algo romántico?
Besar es íntimo: Te encuentras justo allí en el espacio de tu alma. Llega al centro de tu corazón y tu espíritu porque es una forma preciosa de expresar y recibir amor y afecto”.-
Andrea Demirjian
autora del libro 'Besos: Todo lo que usted siempre quiso saber acerca de uno de los placeres más dulces de la vida'.-
Y es que justo la palabra «romántico» es la clave. Aunque algunas veces un beso deriva en un encuentro sexual, lo cierto es que los besos no están necesariamente vinculados al sexo… Lo que descarta la posibilidad de que los besos sean estrictamente un ritual de apareamiento pues, si así fuera, sería algo universal presente en todas las culturas y ese no es el caso.
De hecho, hoy en día existen sociedades que no conocen el beso como algo romántico, sino como una forma de transmitirse 800 millones de bacterias.
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De acuerdo con un estudio publicado en la revista American Anthropologist, y que fue llevado a cabo en 168 culturas del mundo, el 90% de ellas dan besos pero solo el 46% lo hacen en un sentido romántico.-
De esta manera queda en evidencia que besarse no es un comportamiento universal y que no es, necesariamente, un ritual de apareamiento pues… si este fuera el caso, estaría presente en todas las culturas, especies y tendría millones de años formando parte del mundo…
Antropológicamente hablando, no está muy claro el origen de los besos en general. Sin embargo; se cree que puede tener que ver con la asociación del acto de mamar o con la costumbre de los padres -en algunas culturas- de masticar la comida y pasarla a la boca de sus hijos.
Pero… ¿cómo un acto tan mecánico y carente de sentimiento derivó en una demostración de amor romántico?
Existen varias teorías de cómo surgió la práctica de los besos en los labios… Una de ellas lo atribuye a que alrededor del año 740 a. C., Rómulo, fundador y primer rey de la monarquía de Roma, dictó y estableció durante su reinado -que instaba a las mujeres a la abstinencia total de alcohol y se les prohibía terminantemente beber vino puro- que las mujeres debían tener una conducta perfectamente pudorosa, por lo que el alcohol las alejaba totalmente de eso.
De hecho, varios historiadores de la época –entre ellos Plutarco y Valerio Máximo- dejaron plasmado que ni siquiera se les permitía tener bajo su control las llaves de los lugares de sus propias casas donde se guardase vino.
Pero, ¿qué tiene que ver un romántico beso en los labios con esto? Las mujeres debían ser constantemente controladas con respecto a este tema y, para cerciorarse que no estuvieran incumpliendo la ley, sus maridos debían acercarse a su cara y sentir su aliento.
A pesar de que esto funcionó durante algunos años, Rómulo intensificó la dureza de la ley –y del castigo por incumplirla-, obligando a los esposos a rozar los labios de su mujer para comprobar que todo estuviera en orden; cosa que por supuesto debía hacerse en privado.
Esto derivó en que los esposos más “estrictos” colocaran su lengua dentro de la boca de su cónyuge y, cuando las parejas se empezaron a dar cuenta de lo íntimo y placentero que resultaba este acto, la adoptaron como una demostración de amor que se fue esparciendo entre los matrimonios de toda Europa.
Sin embargo, muchos historiadores afirman que el beso romántico data de mucho tiempo atrás…
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Los primeros besos de los que se tienen registro provienen de India y fueron esculpidos en el año 2.500 a. C. en las paredes de los templos de Khajuraho.
Además, el Kama-sutra, que data del siglo III d. C, también incluye referencias a la práctica del beso en un acto de amor… Más tarde, el beso llegó a Europa por las invasiones de Alejandro Magno.
Todo apunta a que el beso se transformó en un acto de amor verdadero en el medioevo como una acción subversiva contra el cortejo pactado y el amor aburrido. Un beso era una declaración de libertad ante las prácticas nupciales y amorosas arregladas entre familias…
Las primeras historias donde aparece el beso romántico se dieron en forma de relatos cortos, leyendas o canciones de trovadores que solían narrar como, unos amantes, muchas veces desdichados, rompían las barreras impuestas por la sociedad.
Un beso sellaba un pacto pecaminoso de amor; pero en aquella época el amor verdadero iba enlazado a la desdicha, la clandestinidad y la traición, pues todos los matrimonios –o al menos la gran mayoría- eran arreglados.
Como Julieta le dice a Romeo en medio de su tragedia: “Ahora tienen mis labios el pecado que han tomado de los tuyos”; a lo que Romeo responde: “¿El pecado de mis labios? ¡Dulce reproche! Devuélvemelo”…
Y antes que Romeo y Julieta tenemos a Paolo y Francesca, una potente historia de amor llena de una tristeza abrumadora, sellada con un beso que trascendió la línea de la vida y la muerte.
En el segundo círculo del Infierno dantesco se encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Estas almas están condenadas a ser impelidas por un fuerte viento que las embiste contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar entre ellas sin descanso...
Es aquí donde Dante se encuentra con Paolo y Francesca, que vivieron en la Edad Media en Italia.
Paolo y Francesca fueron inmortalizados por el poeta Dante en el quinto canto de ‘La Divina Comedia’. Obra: 'Francesca da Rimini', de William Dyce, 1837.-
Con la finalidad de consolidar la paz entre dos familias enfrentadas y de solucionar los problemas económicos del padre de Francesca, ella había sido prometida en matrimonio con Gianciotto Malatesta.
Gianciotto era un hombre deformado por una horrible joroba y el padre de Francesca sabía muy bien que su hija se negaría a casarse con él. Por eso, envió a Paolo Malatesta, a pedir la mano de Francesca en nombre de su hermano Gianciotto.
Francesca, al ver que Paolo era un hombre galante y buen mozo, creyó que muy posiblemente su hermano sería tan apuesto como él, así que aceptó de buen agrado realizar la boda, la cual se llevó a cabo por medio de poderes a través de las familias y no de los nuevos esposos.
Luego de la boda, Francesca conoció a su esposo, Gianciotto, y se dio cuenta de que había sido víctima de una rastrera maniobra por parte de su padre…
Dante relata que Francesca le contó cómo el amor surgió entre ella y Paolo cuando fueron seducidos por la lectura de la historia de Lancelot y Ginebra:
«Más de una vez sucedió en aquella lectura que nuestros ojos se buscasen con afán, y que se inmutara el color de nuestros semblantes; pero un solo punto dio en tierra con nuestro recato. Al leer cómo el gentilísimo amante apagó con ardiente beso una sonrisa incitativa, este, que jamás se separará de mí, trémulo de pasión, me imprimió otro en la boca… Aquel día ya no leímos más».
Sin embargo, aquel beso –como cualquier otro en aquella época- marcó el trágico final de estos dos amantes pues el celoso Gianciotto, florete en mano, los vio…
Gianciotto se dispuso a matar a Paolo pero Francesca, quien amaba a Paolo más que a su propia vida, se interpuso entre los dos hermanos y la espalda la atravesó. Entonces Gianciotto, totalmente fuera de sí, mató también a su hermano.
Los dos amantes fueron enterrados en la misma tumba, lo que simbolizó su unión más allá de la vida mortal…
Poco a poco en la literatura, el beso se fue transformando en un camino hacia el amor espiritual… Siempre como una acción romántica por excelencia.
Así pues, el beso romántico y poético parece haber surgido, a la vez, como un acto de amor y de desafío contra las costumbres…
Por muchas generaciones, los besos apasionados e inmortalizados en las artes han servido como un termómetro para medir la intensidad del amor donde, durante unos instantes, suspende la realidad y el mundo se vuelve perfecto…
Por Diana Carolina Fernandes | @dianacarolina_f | Culturizando
Con información de: Televisa | El País | El Español | Semana I