¿Qué tan posible es clonar un dinosaurio?
¿Qué tan posible es clonar un dinosaurio?
Gracias a la ciencia ficción, cada vez que conocemos noticias sobre hallazgos de fósiles de los majestuosos dinosaurios, la idea de devolverlos a la vida mediante el uso de su ADN se nos viene a la cabeza; sin embargo, ¿es esto realmente posible? ¿Se puede clonar un dinosaurio? ¡Sigue leyendo para descubrirlo!
Gracias a la ciencia ficción, cada vez que conocemos noticias sobre hallazgos de fósiles de los majestuosos dinosaurios, la idea de devolverlos a la vida mediante el uso de su ADN se nos viene a la cabeza; sin embargo, ¿es esto realmente posible? ¿Se puede clonar un dinosaurio? ¡Sigue leyendo para descubrirlo!
La ciencia ficción nos ha propuesto cientos de veces una visión del futuro que parece totalmente lógica y factible en las películas o libros, dando argumentos que -en el momento- parecen viables para así hacernos creer en la posibilidad de que aquello que se plantea podría alcanzarse.
Un gran ejemplo de esto es la franquicia de Jurassic Park, una historia que nos acerca a un mundo en el que se han creado dinosaurios extintos hace unos 100 millones de años; pero, ¿qué hay de real en esto?
Cuando Michael Crichton escribió la novela Jurassic Park en 1990, e incluso cuando Steven Spielberg la llevó a la gran pantalla en 1993, la ciencia no estaba realmente preparada para realizar una hazaña de esa envergadura. De hecho, el primer mamífero clonado no funcionaría (siendo una copia cien por ciento fiel de otro individuo) hasta 1996 con la famosa oveja Dolly…
Si bien es cierto que la ciencia ha recorrido un largo camino desde que la oveja Dolly fue clonada, hablar de clonar animales extintos hace millones de años es harina de otro costal.
A pesar de toda la tecnología actual y los avances científicos que existen, las muestras de ADN solo siguen siendo útiles por aproximadamente un millón de años. Esto quiere decir que, teóricamente, podríamos clonar un neandertal, pero no un Tyrannosaurus rex, un dinosaurio que desapareció hace más de 66 millones de años.
Tyrannosaurus rex (réplica del espécimen BHI 3033, o "Stan") en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales en Bruselas, Bélgica.-
Sin embargo, supongamos que queremos obviar el hecho de que las muestras de ADN solo son útiles por un millón de años… ¿qué sería lo primero que necesitamos si, hipotéticamente, quisiéramos clonar un Tyrannosaurus rex? Pues sí… extraer su ADN completo de una de sus células… Esto supone nuestro primer gran obstáculo debido a que todos los restos de dinosaurios o criaturas prehistóricas se encuentran fosilizados…
¿Cómo ocurre el proceso de fosilización?
Después de que un animal fallece, sus restos caen sobre la superficie donde constantemente se están depositando sedimentos. Los tejidos blandos del difunto animal se van degradando -o son en su defecto devorados por algún animal carroñero- hasta que solo quedan los tejidos duros de su anatomía y nuevos sedimentos… Como el lodo o la arena, se apilan hasta dejarlo enterrado…
El agua de la lluvia, o de alguna fuente de agua cercana al lugar donde murió el animal, se va colando a lo largo de los años a través de los sedimentos, disolviendo minerales como el sílice.
Estos sedimentos, producto de la erosión o desgaste de rocas preexistentes, es lo que sirve de “protección” para evitar que los huesos se desintegren y que se conviertan en roca.
Posteriormente, al evaporarse el agua, los minerales se precipitan en los huecos del tejido esponjoso de los huesos hasta endurecerlos, fase que se conoce como permineralización. Este proceso se realiza molécula a molécula, durante un muy largo período de tiempo, hasta que el organismo esté completamente mineralizado; es decir, convertido en piedra.
Si las condiciones climáticas del lugar donde murió el animal llegan a cambiar, es probable que la erosión exponga al fósil al aire libre donde será descubierto por los paleontólogos…
No, los fósiles no contienen ADN. Al menos no un ADN recuperable en estado óptimo para el proceso que estamos planteando…
Algunas especies fosilizadas contienen lo que se conoce como ADN antiguo, un ADN recuperado de muestras biológicas que no han sido preservadas específicamente para análisis de ADN en el futuro; y que, por lo tanto, están dañadas.
En este sentido, cuando un organismo muere, las complejas cadenas de moléculas que forman el ADN se empiezan a desintegrar debido a las enzimas, de modo que van perdiendo una cantidad de información cada vez mayor a medida que pasa el tiempo.
Como las hebras de ADN dañadas van perdiendo toda la información necesaria para producir un embrión tras introducirlas en un óvulo vacío, es imposible clonar un animal que lleva mucho tiempo muerto utilizando el ADN degradado de sus restos.
Reconstrucción del esqueleto del espécimen holotipo (CM 9380) de Tyrannosaurus rex del Museo de Historia Natural Carnegie, Pittsburgh.-
Para dar cifras precisas a la velocidad de degradación del material genético, un estudio realizado por un equipo de paleontólogos de la Universidad Murdoch en Australia, liderado por Morten Allentoftel, se calculó que el ADN tiene una vida media de 521 años.
Esto significa que la mitad de los enlaces químicos de una muestra cualquiera de ADN se habrá roto 521 años después de la muerte del organismo y, la mitad de lo que queda, desaparecerá durante los siguientes 521 años… Y así sucesivamente hasta que la molécula termina desapareciendo por completo, unos 6.8 millones de años después.
¿Qué ocurre con los fósiles más “jóvenes”?
Las técnicas de recuperación de ADN están muy avanzadas y en la actualidad se han podido obtener muestras a partir de restos de hace miles de años debido a que aún contienen algo de ADN recuperable.
De hecho, en el año 2013 el genoma completo del hombre neandertal fue recuperado. Sin embargo, este ADN es “joven” ya que tiene solamente 38.000 años. El ADN es una cadena intencionalmente estable, por lo que puede recuperarse en algunas ocasiones directamente del fósil como fue el caso de este y otros neandertales o de varias momias que tienen solamente entre 3.000 y 40.000 años.
En el año 2005 varios científicos israelíes demostraron que el ADN de algunos fósiles puede estar, en ocasiones, en un relativo buen estado debido a que se ha conservado dentro de cristales óseos.
Sin embargo, estos estudios están hechos sobre especies de animales recientes; la más antigua de ellas es del período Neolítico precerámico, hace unos 10.000 años…
Solo 10.000 años quiere decir que la muestra es demasiado joven tomando en cuenta que el período para que el ADN desaparezca por completo es 6.8 millones de años; y nuestro T-rex lleva más de 66 millones de años extinto…
Por lo tanto, aunque para muchos sea una decepción, es imposible clonar un Tyrannosaurus rex… O básicamente cualquier dinosaurio.
¿Qué pasa con los mosquitos en ámbar que tienen ADN de dinosaurio?
Aunque un parque de diversiones lleno de dinosaurios podría ser el sueño dorado de muchos, es algo que se quedará en una mera fantasía y en la gran pantalla. Y es que no… la “técnica” utilizada para extraer la cadena base de ADN en Jurassic Park no es algo factible. Recordemos que en este maravilloso filme de ciencia ficción el ADN de los dinosaurios se obtiene de mosquitos que fueron atrapados por el ámbar de los árboles quedando así fosilizados…
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Primero que todo, no existe un caso real en el que alguien haya encontrado sangre de dinosaurio en el interior de un mosquito atrapado en ámbar, básicamente porque el ADN que contienen todos los insectos que han sido encontrados de esta manera pertenece, únicamente, al insecto y no a aquellos dinosaurios que sirvieron de alimento para estos mosquitos…
La esperanza es lo último que se pierde
A pesar de la mala noticia que te acabamos de dar, recuerda que ¡la esperanza es lo último que se pierde! Y, en este caso, nuestra esperanza tiene nombre y apellido… Nada más y nada menos que Jack Horner, uno de los paleontólogos más prestigiosos del mundo.
Horner está decidido en traer de vuelta a la vida a los majestuosos dinosaurios; sin embargo, no planea clonarlos ni –muchos menos- utilizar el método de Jurassic Park.
El paleontólogo asegura que los embriones de las aves (los verdaderos descendientes de los dinosaurios), en sus primeras etapas, desarrollan características similares a las que tenían los dinosaurios como dientes o “manos” de tres dedos…
Partiendo de esta premisa y tomando como punto de partida el embrión de un pollo, Horner le hará dar marcha atrás en el tiempo mediante la ingeniería genética hasta “sacar el dinosaurio que lleva dentro”.
Jack explicó que al principio este no será un dinosaurio completo, pero sí que tendrá muchas de sus características:
El resultado será un animal completamente nuevo, un «pollosaurio» con muchas de las características físicas propias de los dinosaurios, desde el tamaño a los dientes o las garras”.
Jack Horner
Portal de noticias ABC de España.-
Horner explica que el primer paso es encontrar una serie de genes específicos en el genoma de la gallina, concretamente tres: los necesarios para activar el tamaño, para que haya o no dientes y los que transformaron las garras originales en alas.
Para esto se alterarán los niveles de determinadas proteínas reguladoras de la expresión genética, en concreto de aquellas que han suprimido esas características “dinosaurianas” en las aves, pues Horner afirma que las aves son dinosaurios y que llevan su mismo ADN, así que básicamente, lo que hace es intentar que “de un dinosaurio salga otro dinosaurio”. No suena tan descabellado… ¿Verdad?
Jack Horner está tan seguro de ser capaz de lograr esto que afirmó sin remordimientos en una entrevista al portal de noticias ABC que en cinco años tendremos un dinosaurio vivo… No obstante, esa entrevista ocurrió en el año 2012, así que quizás este proceso no es tan sencillo como Horner lo hizo ver en un principio pues, hasta ahora, los avances han sido muy limitados.
¿Algún día será el pollosaurio la mascota de moda? ¿O esta teoría es tan descabellada como la de Jurassic Park?
Por Diana Carolina Fernandes | @dianacarolina_f | Culturizando
Con información de: BBC | ABC | Wikipedia | El Comercio | Ciencia de Sofá | El Mundo