¿Una diosa odiosa? La historia de Artemisa, la diosa de la virginidad
¿Una diosa odiosa? La historia de Artemisa, la diosa de la virginidad
Protectora de los bosques y la naturaleza, fuerte y poderosa como una leona, la diosa de la castidad se ganó la fama de “odiosa” tras llevarle la contraria a una de las figuras más adoradas de la mitología griega. ¿Por qué decían que era odiosa? ¿Quién era Artemisa? Aquí te contamos todo.
Protectora de los bosques y la naturaleza, fuerte y poderosa como una leona, la diosa de la castidad se ganó la fama de “odiosa” tras llevarle la contraria a una de las figuras más adoradas de la mitología griega. ¿Por qué decían que era odiosa? ¿Quién era Artemisa? Aquí te contamos todo.
Melliza de Apolo, hija de Zeus y Latona, es conocida como “la dama de las fieras”. Con un carácter feroz y una conducta intachable, es la diosa de la castidad, la caza, la protectora de la naturaleza y de la luz lunar.
Desde su nacimiento demostró cuál era su función en el mundo: proteger. Ayudó a su madre a parir a su hermano Apolo –el dios de la belleza- y desde ese momento, la relación entre hermanos fue inseparable, los conocían como los amos de la luz, puesto que Apolo regía el sol y Artemisa, regía la luna.
La diosa ‘eternamente virgen’, es la que resguarda la castidad de los jóvenes y doncellas, protegiéndolos constantemente de Afrodita, la diosa de la belleza y el deseo amoroso. Nadie sabe cuál es el motivo de su rechazo a la vida sexual, pero es sin duda su característica más marcada.
Era una mujer tan hermosa como su hermano Apolo. Sus atributos físicos la hacían irresistible, pero nada podía estar más lejos de su interés que el amor físico. Es recordada por la historia por ser “tajante” e incluso “odiosa”, por sus enfrentamientos con Afrodita.
La diosa del amor y la belleza, vivía acostumbrada no solamente a ser el centro de atención, sino a ser la diosa más solicitada del Olimpo pues todos querían lo que ella ofrecía: pasión desbordada, sensualidad y sexualidad. Afrodita se jactaba de que no había criatura en el mundo capaz de resistirse a los impulsos sexuales y a –lo que ellos llaman- amor carnal. Artemisa estaba totalmente en contra.
Si bien ayudó a su madre a parir a su hermano y se le considera diosa protectora de la sexualidad, su misión era proteger la castidad, el famoso concepto de la virginidad. Afrodita significaba todo lo contrario, por lo que era prácticamente su enemiga y al atacar constantemente a una de las diosas más amadas, quedaba alejada y encasillada como “mala” o “salvaje”.
Protectora incansable de los animales y la naturaleza, vivía rodeada de altos bosques en Arcadía, un paraíso terrestre cubierto completamente de selva. Su reino siempre fue la naturaleza virgen y salvaje. Era una mujer orgullosa y arisca, pocos eran los que lograban acercarse a ella. Tan protectora y salvaje como una leona, resguardaba del peligro y las tentaciones a todos aquellos que consideraba valiosos.
Se rodeaba en su mayoría de animales, pero mantenía una relación amistosa muy cercana con el dios Pan, que representa el poder y la fecundidad de la naturaleza salvaje. Ambos amantes de lo natural, compartían la pasión por proteger la fauna.
Su relación era tan próspera, que Pan decidió regalarle una jauría de perros salvajes que se convirtieron no solamente en sus protectores incondicionales, sino en un ícono que la identificaría por el resto de la eternidad.
La diosa era solitaria, pero solía bañarse con las ninfas en los ríos del bosque. Amaba la naturaleza por lo que paseaba frecuentemente por los bosques –celosa de que nadie la viera-. Acteón era un cazador practicante, que soñaba con ser tan bueno como la famosa diosa de la caza, la guardiana de los bosques y de los animales: Artemisa.
Su admiración era impresionante, quería ser tan bueno como ella para lograr vencerla. En uno de sus paseos por el bosque, la sorprendió bañándose desnuda en uno de los ríos. Artemisa se sorprendió enormemente, una terrible ira invadió su cuerpo, se sintió ultrajada, habían violado su intimidad. Sabiendo el poder que tenía bajo sus manos, decidió maldecirlo y castigarlo convirtiéndolo en un ciervo.
El castigo no fue suficiente, la diosa de la castidad había sido invadida. Un hombre había visto sus atributos físicos. Estaba completamente indignada, por lo que recurrió a su jauría de perros y los envió a que se comieran a Acteón, convertido en ciervo.