¿Era Freud un amante celoso? Las apasionadas cartas de amor que le enviaba a su esposa Marta
¿Era Freud un amante celoso? Las apasionadas cartas de amor que le enviaba a su esposa Marta
Un lado completamente diferente del famoso psicoanalista salió a la luz pública tras el descubrimiento de la correspondencia que mantenía con su amada. Entre intensos celos y declaraciones de amor, 900 cartas muestran a un amante inseguro y muy enamorado. ¿Qué le decía? ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo era Martha? ¿Era muy celoso? Aquí te contamos todo.
Un lado completamente diferente del famoso psicoanalista salió a la luz pública tras el descubrimiento de la correspondencia que mantenía con su amada. Entre intensos celos y declaraciones de amor, 900 cartas muestran a un amante inseguro y muy enamorado. ¿Qué le decía? ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo era Martha? ¿Era muy celoso? Aquí te contamos todo.
Un estudiante con pocos amigos, se enamoró a primera vista
Nacido en el seno de una familia muy pobre, Freud se había dedicado a estudiar fervientemente desde muy joven con el propósito de mejorar sus condiciones de vida. Su afán por el aprendizaje lo aisló por completo del mundo social. Vivía encerrado en su habitación repasando lecciones y escribiendo sus propias teorías. Eran pocas las veces que compartía con su familia –tenía 5 hermanos y no se llevaban necesariamente bien-.
Una noche, una de sus hermanas decidió llevar una amiga a cenar. Como era costumbre, Sigmund planeaba esconderse en su habitación, hasta que la vio llegar y absolutamente todo a su alrededor se paralizó.
Aquella chica, sentada a la larga mesa, hablaba con un encanto sorprendente mientras pelaba manzanas con sus pequeños dedos. Desde ese día creo en los milagros”-
Sigmund Freud
Fueron las palabras que escribió años después de conocer a Martha.
Martha Bernays era una joven brillante y hermosa. Sus peculiares intereses en el mundo del arte y la cultura la hacían misteriosa y al mismo tiempo, irresistible. El flechazo fue mutuo, pero la relación prometía ser compleja.
Sigmund era muy pobre, a duras penas lograba costearse la vida de estudiante y Bernays –si bien no venía de una familia demasiado bien posicionada-, estaba acostumbrada a cierto estilo de vida. Pese a que las dificultades se asomaban desde el inicio, ambos decidieron arriesgarse y llevar una relación.
“Querida Martha, qué pobres somos. Cuando alguien nos pregunte qué bienes poseemos para vivir juntos, lo único que podremos decir es: nada más que este desmesurado amor mutuo”, le escribió en una oportunidad. Freud estaba plenamente consciente de que no tenía mucho que ofrecer.
Se escribían todos los días. Sigmund estaba recién graduado de medicina, pero se negaba a ejercerla porque su deseo era seguir aprendiendo. Su amor por Martha fue el impulso necesario para que él empezara a trabajar y luchar por mejorar su calidad de vida, quería tener algo que ofrecerle.
La pasión entre ambos creció rápidamente. No era una relación de jóvenes conociéndose, sino de dos adultos que se prometían amor y fidelidad para el resto de la eternidad.
Freud comenzó a viajar mucho por trabajo. Quería ganar experiencia y conocer otras ramas de la medicina, por lo que era vital mantener una comunicación constante con Martha para no perderla. Su amor era tan fuerte que lograban perfectamente sobrellevar la distancia. Eran amantes y confidentes. Bernays era la estabilidad emocional que Freud necesitaba.
Pese a que era un estudiante brillante, el hijo predilecto de su casa y uno de los recién graduados más respetados, Sigmund no confiaba en su capacidad de socializar pues estaba consciente de que su primera impresión era de “sequedad extrema” debido a su introversión. La única persona en la que hallaba consuelo, era Martha y justo por eso, quería protegerla a niveles un tanto exagerados.
Freud además de conocer sus limitaciones sociales, sabía que el campo que ejercía no era precisamente un imán para mujeres. Los músicos y artistas, eran quienes se vanagloriaban de la atención que recibían.
Su inseguridad lo llevaba a celar profundamente a Martha, quien era amante del teatro, la música y el arte.
En una de sus cartas, le prohibió que tuviera amigos músicos puesto que ellos tenían el poder de “abrir los pestillos del corazón de una mujer con tan solo una canción”. Martha era una joven muy tranquila y hogareña, parecía no importarle el carácter posesivo de su novio.
Pese a que no se podían ver, Sigmund se encargaba de mantenerse muy presente en su vida y si Martha tardaba en responder alguna de sus cartas, enseguida reaccionaba:
Sigmund Freud a Martha
¿Te das cuenta que desde hace dos días no sé nada de ti y estoy comenzando a preocuparme? ¿Estás enferma o enfadada conmigo? Yo estoy dispuesto a escribirte nuevamente más a menudo y, lo que es más, me gustaría no hacer otra cosa en todo el día; pero aun debo hacerlo para que llegue el momento en el que pueda tenerte continuamente entre mis brazos.
Martha representaba para él su estabilidad emocional. Era la única persona en el mundo con la que se permitía ser vulnerable. Ella conocía todos sus secretos, sus defectos y sus virtudes. La relación entre ambos era tan cercana que pese a todas las dificultades económicas que tuvieron que afrontar, el amor se mantuvo en pie.
La familia Bernays no estaba contenta con la relación entre ambos, por lo que en más de una ocasión intentaron persuadir a Martha. Freud no parecía ser un buen prospecto para ella porque tenía demasiadas carencias monetarias, pero para reafirmar su lucha por Martha, en una carta le respondió:
"Ningún obstáculo ni mala suerte puede evitar mi éxito final, solo posponerlo. Mientras sigamos bien, sé que tú estás contenta y que me quieres”.
Freud estaba completamente consciente de sus limitaciones económicas y no se casaría con Martha hasta tener una vida estable que ofrecerle. Si bien profesionalmente tenía mucho éxito, su estabilidad emocional dependía única y exclusivamente de su “bella princesa”.
“Con tus cartas, el mundo se torna de nuevo cálido, alegre y fácil de interpretar”, le escribió en una ocasión. La espera dio frutos y en septiembre de 1939 se casaron y se mudaron juntos a Alemania.
Eres la esencia de la alegría en mi vida, sin ti no deseo vivir, y me encantaría conquistar una parte del mundo para que la disfrutáramos juntos”.
Tuvieron en total 53 años de matrimonio, en los que lograron sobrepasar los prejuicios de la familia Bernays (con la fama de Freud, Martha comenzó a ser valorada y reconocida como parte de la “alta sociedad”). Tuvieron tres niños y tres niñas. Martha estuvo junto a Freud desde que se conocieron hasta el fin de sus días.
Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de "Grandes protagonistas de la humanidad: Sigmund Freud" Editorial CINCO.