¿Cómo perderse algo así?

A veintidós grados centígrados, la ciudad de las montañas veía la silueta de una luna tímida asomándose y la cortina de la noche que empezaba a caer sobre los cerros en infalible tándem.

Esta no era una noche cualquiera. Aquél 31 de marzo esperábamos todo, todo menos lo ordinario. Ni una sola vez nos ha dejado de sorprender el Señor durante un Retiro de Jóvenes, y esta no sería la excepción.

Toda andanza y sus peripecias comienzan con un pequeño inventario y una maleta: Cepillo de dientes, toalla, un par de cambios de ropa y... ¡la Biblia! ¿Cómo podría faltar? Todo listo. En el aire se respira aventura. Nos esperan tres días de lo inesperado.

Fue así como cientos de jóvenes se dirigieron al predio de Castillo del Rey, Brisas, animados por su líder, Raúl Nelli, para una cita con el Rey de reyes. Poco sabían algunos del tremendo encuentro que experimentarían aquél fin de semana.

Muchos fueron los jóvenes que, a la par de la Congregación Brisas de Castillo del Rey, ayunaron desde un día antes del inicio del Retiro, buscando sabiduría y dirección de Dios. Fue esta la singular manera en se dio el banderazo de inicio: entregando un ayuno.

En el auditorio de la iglesia se cantaban alabanzas al Altísimo mientras la asistencia de los jóvenes se hacía cada vez más notoria. Este fue sin duda el combustible que le dio un chispeante arranque al Retiro: Un tiempo en la presencia del Señor.

Hora de instalarse. Eso significa: desempacar tu bolsa de dormir, buscar el lugar que será tu rinconcito por las siguientes dos noches, librar batallas campales y no perder el testimonio. Nada que no hayamos hecho antes. Mañana nos espera otro gran día.

Una guitarra bien afinada y muchas voces... muy dispuestas. ¿Qué más se necesita para adorar al Señor? Así fue el primer devocional por la mañana, un momento tranquilo, desconectados de los cables y conectados con el Creador.

La palabra que Dios nos envía en cada retiro es específica y contundente, y en esta ocasión vino desde La Paz, Baja California Sur, en boca del pastor Misael Corpus, invitado especial durante el Retiro.

En cada relato y en cada historia que nos compartió el pastor, podíamos encontrar esa cálida familiaridad de una experiencia con la que te puedes relacionar fácilmente. Era ese susurro suave del Señor diciendo: "Sé por lo que estás pasando".

Así fue cada mensaje que recibimos mañana y noche durante este increíble Retiro. No puedes correr, no puedes hacerte el occiso, solo puedes dejarte abrazar por el Dios de amor que te llama para revelarte un poco más acerca de quién es Él.

El Rally del Retiro es ya tan tradicional como la remojada que terminas dándote al final del mismo. Correr y brincar con tus amigos entre un monton de globos (y a veces al revés) es una de las muchas cosas que, como bien dijo el pastor Misael, no sabes que puedes hacer hasta que las intentas.

Los equipos se armaron velozmente. Algunos se arrepintieron de haberlo hecho a medio camino, otros desearon haber podido repetir la hazaña.

Afortunadamente, una rica paleta de hielo en una tarde calurosa como esta fue la manera perfecta de ponerle un toque fresco y de color a la competencia, o al menos de ayudarte a no pensar en cómo te dolerían los chamorros al día siguiente.

El día entero estuvo rebosante de actividades, compañerismo, momentos de adoración y estremecedoras palabras de parte de Dios, pero sin lugar a dudas un toque especial fue poder ir a la cama con unos deliciosos tacos en el estómago. Podría decir que era imposible pedir más, pero sé que siempre hay alguien que puede pedir incluso dos, con cebolla y cilantro.

Ya es hora de dormir. Nuestro Padre nos está guardando lo mejor para el final.

Antes de salir de nuestros cuartos para nuestro último gran día de Retiro, era necesario dejar todos nuestros tiliches en orden. Si fuiste parte del distinguido puñado de personas que se levantó un poco antes que el resto, seguramente alcanzaste también estar al frente de la fila para el desayuno. Aún así, no existía motivo para preocuparse, había suficiente para todos.

Aún quedaba mucho por hacer. Un juego de "¡Basta!" nos obligó a hacer gala de nuestro más fino vocabulario y nuevamente nos unimos a la congregación para adorar, tomar la Santa Cena y recibir una enseñanza de parte de Dios a través de nuestro pastor Sergio Chapa.

El reloj caminaba sigiloso hacia el fin de nuestra jornada, pero Dios tenía aún algo más preparado para nosotros.

Tal como en las bodas de Caná, Jesús reservó el buen vino para el final. Con una poderosa palabra a través del pastor Misael, el Señor confirmó el mensaje medular de este Retiro: ¡No te detengas! ¡Sigue corriendo hacia Mi propósito! ¡Yo estoy contigo!

Durante este Retiro corazones se encendieron por primera vez en una pasión y entrega total hacia Dios mientras que otros fueron afirmados en la carrera de la fe. De cualquier modo, nadie salió de la misma manera que entró.

El propósito de Dios para tu vida es transformarte. Él te creó para alabanza Suya y es en Su presencia donde nuestra existencia misma cobra sentido. Esto es lo que pasa en un Retiro de Jóvenes, esto es lo que pasa cuando caminas de la mano de Dios día a día. ¿Cómo perderse algo así?