Jesús vino a este mundo de una manera única

La encarnación de Jesús

Jonno Alvarez
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Elegir 7 feb 2018
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Desde el Antiguo Testamento encontramos la promesa de la venida del Redentor. Es impresionante como Dios fue tejiendo todo hasta el día del nacimiento de Jesús. Cada circunstancia y cada paso fueron necesarios para el cumplimiento de la profecía:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Is. 7:14). Esta misma profecía es confirmada en Mateo 1:23 “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.”



El Señor, por medio del profeta Natán, hablando a David, le manifiesta que de su descendencia, levantaría al Mesías: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino... Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Sam. 7:12-13; 16). Por eso la gente lo llamaba Hijo de David.

Incluso mucho tiempo antes, a Abraham le manifestó lo mismo: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra...” (Gn. 22:18). Y esta misma palabra, Pablo la menciona en el Nuevo Testamento: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gal. 3:16).

I. El Mesías sin Pecado

Desde que Adán pecó, todos nacemos con una naturaleza pecaminosa heredada de nuestros padres. Esto se evidencia desde muy temprana edad. Por ejemplo, cuando un niño hace alguna "travesura" es muy probable que su primer reacción sea esconderse y negar lo que hizo con tal de evitar un castigo. Es algo que nos sale muy natural. "He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). “Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Sal. 58:3).

La pregunta es: ¿Entonces cómo es que Jesús, siendo hombre, nació sin una naturaleza pecaminosa? El Padre resolvió este difícil problema con lo que se conoce como el nacimiento virginal. La respuesta lógica es que la naturaleza pecaminosa se transmitiera del padre al hijo y de la madre al hijo. Jesús no tuvo un padre humano, ya que su concepción se efectuó mediante el Espíritu Santo. Fue un evento sobrenatural.

¡Qué gloriosa solución dio nuestro Dios a este problema, para que tuviéramos un Salvador sin mancha y sin contaminación que pudiera redimirnos del pecado en la cruz del Calvario!

II. El Cumplimiento de la Profecía

Mateo y Lucas registran este acontecimiento.
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS” (Mt. 1:18-25).

María tenía un compromiso matrimonial con José, pero aún no estaba consumado dicho matrimonio. Sin embargo, María no fue virgen durante toda su vida, ya que después del nacimiento de Jesús, María y José consumaron su matrimonio: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS” (Mt. 1:25).

Este acontecimiento es clave y necesario para el cumplimiento de la promesa de Dios Padre para nosotros: El Salvador del mundo.

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Created by Tal Garner
On Nov 18, 2021