Betty Anne, la mesera que se convirtió en abogada para liberar a su hermano de la cárcel

En 1983, Kenny Waters sería condenado a cadena perpetua en una cárcel de Massachusetts, luego de que su exnovia –y vecina- fuese encontrada apuñalada tras un robo ocurrido en su casa. Sin embargo, Waters estaba en la mañana del asesinato presentándose en un juzgado por problemas menores, y hasta un policía verificó su coartada, a pesar de esto, Water terminaría preso.

Tal decisión provocó una depresión y angustia en Waters, que según contaba su hermana, intentó suicidarse estando detenido, lo que causó que estuviera un mes aislado. “¿Por qué no te conviertes en mi abogada?”, le preguntaría Waters a su hermana, Betty Anne Waters, según recoge El País.

Betty, en ese momento trabajaba como camarera en Aydan’s, un bar de la zona; además de tener dos hijos pequeños y un matrimonio, ella aceptaría haciendo un trato con su hermano “yo voy a la universidad y tú te mantienes a salvo”, igualmente, sin importar lo que tardara, Water le pidió “mantener su determinación de liberarlo”.

Betty comenzaría haciendo cursos en el Community College de Rhode Island, durante el turno de noche, según apunta el New York Times. Luego completaría la carrera de Derecho en la Universidad Roger Williams. Durante su carrera, se divorciaría de su esposo y sus hijos se irían con él, sin embargo, continuó los estudios hasta graduarse.

"Cuando lo condenaron, nos pusimos en manos de varios abogados. A algunos no les pudimos pagar hasta mucho más tarde porque no teníamos dinero. Tampoco hicieron todo el trabajo que podían haber hecho. En realidad, nos dimos cuenta de que nadie iba a poner el 101% en el caso”, contó Betty en una entrevista recogida por El País.

Ya con el título de abogada, Betty se uniría al Proyecto Inocencia, una organización que busca liberar a personas condenadas injustamente. Lo más difícil para Betty sería conseguir los papeles del caso, puesto que había pasado más de una década desde que se cerró

La prueba más importante era el tipo de sangre del asesino, que era de tipo O, la misma que la de su hermano, no obstante, gracias a la tecnología disponible en el año 2000, pudieron demostrar que el ADN del asesino no era el mismo que la de Kenny Waters, este argumento permitió lo “imposible”, Kenny Waters sería liberado de prisión 18 años después.

En una entrevista para New York Times, Betty aseguró que “después de tantos años en una cárcel, el mundo era nuevo para Kenny. Estaba sorprendido por los teléfonos celulares, las luces en el tablero del auto. Hasta deseaba ir a un Home Depot”.

Sin embargo, el final no sería tan feliz como se esperaría. Seis meses después de su liberación, Kenny Waters sufriría un accidente tras caerse de una pared, lo que conllevaría a su muerte. “Kenny tuvo los mejores seis meses de su vida”, diría Betty a New York Times.

La vida de Betty continuó, volvió a Massachusetts para trabajar como gerente en el mismo bar en donde se desempeñaba como camarera antes de sus estudios, vive ahora con su hermana, su hijo mayor, su esposa y su nieto.

Barry Scheck, uno de los abogados que ayudó a Betty en el caso, le comentó al New York Times: “Ella no se convirtió en abogada para ser abogada, sino para liberar a su hermano… Cuando la conocí, lo entendí”.

En 2010, la historia de Betty Waters y su hermano sería llevada a las salas de cine, bajo el nombre de “Conviction”, dirigida por Tony Goldwyn y protagonizada por Hilary Swank (como Betty Waters) y Sam Rockwell (como Kenny Waters).

Por Juan Bacallado | @9jmbg9 | Culturizando
Con información de: El País | New York Times