Rjukan, el pueblo noruego que se ilumina con espejos
Rjukan, el pueblo noruego que se ilumina con espejos
La naturaleza es muy diversa, mientras algunas ciudades tienen un sol radiante día a día, otros lugares como Rjukan, Noruega, no cuentan con luz solar durante los meses de invierno, teniendo que recurrir a métodos nada convencionales para iluminarse.
La naturaleza es muy diversa, mientras algunas ciudades tienen un sol radiante día a día, otros lugares como Rjukan, Noruega, no cuentan con luz solar durante los meses de invierno, teniendo que recurrir a métodos nada convencionales para iluminarse.
Rjukan es una pequeña localidad con poco más de 3000 habitantes, ubicada al sureste de Noruega, no obstante, tiene la peculiaridad de estar entre dos grandes valles de montañas, por lo que durante los meses de invierno, el pueblo carece de luz solar.
La falta de luz solar ha sido un problema que el pueblo de Rjukan ha querido afrontar desde su creación, pues el propio fundador del lugar, Sam Eyde, se planteó colocar varios espejos en la cima de las montañas para reflectar la luz del sol hacia Rjukan, sin embargo, no pudo materializarlo.
Para ayudar a solventar el problema de la falta de luz solar, en 1928 se construyó un teleférico para trasladar a las personas hacia la cima de la montaña, donde los residentes por fin podrían percibir algo de sol durante el invierno.
No fue hasta 2005, cuando Martin Andersen, un residente del pueblo, ideó un proyecto para llevar espejos a lo más alto del valle y desviar luz solar hacia el pueblo. Con el nombre de ‘Soslpeil’, el proyecto consistió en tres espejos de 58 metros cuadrados, a una altura de aproximadamente 450 metros.
Al ser espejos heliostatos, tienen la capacidad de moverse sobre su propio eje, que en combinación con un sistema inteligente, permite a los espejos ir moviéndose según la dirección que lleve el sol, con la finalidad de estar ubicados en el lugar correcto para reflectarlo a un único punto: la plaza del pueblo.
La plaza, el punto de luz
De esta forma, la plaza es el punto en común que tiene todo el pueblo para “tomar el sol”, haciendo de la plaza un lugar de encuentro entre los habitantes. Además, este proyecto no supone un gasto extra de energía, puesto que el Soslpeil se mueve con energía almacenada por placas solares y energía eólica producida por una turbina, lo que permite ahorrar costos en electricidad.
Por su alto costo de 840 mil dólares, una parte de los habitantes no estaba de acuerdo con materializar el proyecto, alegando también que “siempre ha estado oscuro en invierno y así debe continuar”, sin embargo, según el propio creador, las personas se ven felices y aprovechan al menos 5 minutos al día para ir a la plaza a recibir sol y socializar.
Por Juan Bacallado | @9jmbg9 | Culturizando
Con información de: Upsocl | El Mundo | El Confidencial