Aracne, la joven que Atenea transformó en araña por su arrogancia
Aracne, la joven que Atenea transformó en araña por su arrogancia
En la privacidad de un negocio familiar, una joven comenzó a destacar por sus talentos con las telas. Acostumbrada a no tener nada, se vislumbró al ser admirada por sus creaciones, tal llegó a ser su admiración propia que quiso desafiar a la mismísima diosa de las bordadoras. ¿Qué hizo Aracne? ¿Por qué Atenea se molestó? Aquí te contamos todo.
En la privacidad de un negocio familiar, una joven comenzó a destacar por sus talentos con las telas. Acostumbrada a no tener nada, se vislumbró al ser admirada por sus creaciones, tal llegó a ser su admiración propia que quiso desafiar a la mismísima diosa de las bordadoras. ¿Qué hizo Aracne? ¿Por qué Atenea se molestó? Aquí te contamos todo.
En la pequeña ciudad de Hipepa, todos los días sin falta, se encontraba Idmón; trabajando en su negocio de telas. Su labor era teñir lana, su trabajo era de excelente calidad y el negocio había pasado de generación en generación por lo que era respetado en el pueblo. Junto a él, trabajaba su hija Aracne, una joven que gracias a que se crió entre telas, contaba con talento y una creatividad maravillosa a la hora de bordarlas.
Sus manos parecían producir magia. Los hilos se movían entre sus dedos con tanta delicadeza que verla era todo un espectáculo, muchos eran los curiosos que se acercaban a verla trabajar –entre ellos, muchísimas ninfas-.
Su talento se convirtió en una atracción y con la misma velocidad con la que Aracne bordaba sus telas, crecía su ego. Se creía invencible, afirmaba con toda certeza que nadie en el mundo podía igualar su talento. Atenea; diosa de la sabiduría, hija predilecta de Zeus y protectora de hilanderas y bordadoras, se enteró de tal presunción y decidió actuar
La confianza que le tenía a sus bordados era tal, que se sentía capaz de vencer incluso a los seres más grandes e imponentes: los dioses, en especial a Atenea, quien dentro de sus múltiples talentos, se destacaba por bordar.
La diosa indignada, decidió darle una lección y fue a ver a la prepotente jovencita disfrazada de anciana, para que no la pudiera reconocer y le dijo:
ATENEA -disfrazada-
No se debe despreciar la vejez, los años dan la experiencia, y
no debes dejar de escuchar los consejos que te voy a dar.
Conténtate con la reputación con que por tu habilidad has sobrepasado a todas las mujeres del mundo; pero no trates jamás de igualarte a una diosa.
Debes satisfacer con alguna explicación las palabras ofensivas que acabas de proferir: ella está presta a perdonarte si demuestras arrepentimiento.
Vieja insensata, parece en verdad que los años os han dotado de gran juicio y que el peso de los años os es de gran utilidad. Id, id a dar estos sanos consejos a vuestra hija, si es que la tenéis: yo, desde luego, os aseguro que no los necesito de nadie.
Puede venir –refiriéndose a Atenea- y disputar conmigo cuál de las dos es más hábil; no rehúyo el combate. Y quiero, si soy vencida, someterme a toda suerte de castigos
Atenea no aguantó ni un segundo más tanta insolencia y mostró su cuerpo verdadero y la retó. Todo el público presente se sorprendió enormemente al ver a la diosa y enseguida comenzaron los saludos en su honor, pero Aracne ni se inmutó al verla y sencillamente aceptó el reto.
Una diosa y una simple mortal comenzaron a batallar, pero era una guerra pacífica, sin lanzas ni heridos, únicamente hilos y agujas. Era un espectáculo maravilloso, ambas tenían una destreza sorprendente y todos los asistentes quedaban perplejos al verlas trabajar.
Cada una decidió contar una historia en sus bordados:
Atenea por su parte, decidió bordar a los 12 dioses sentados sobre sus tronos, cada uno con su majestuosidad correspondiente. Adornados con hermosos hilos dorados y un juego de colores tan natural como las transiciones del arcoíris, resultaron ser una increíble obra maestra, que tenía como propósito enaltecer a los dioses.
Aracne decidió darle otro enfoque: plasmó en su tela a los dioses, pero en sus peores situaciones, aprovechó de ilustrar las historias más escandalosas de las deidades. Su trabajo resultó ser tan escalofriante, que calificaba como obra maestra.
Ambas telas resultaron ser pruebas irrefutables de que ambas tenían talento, pero Atenea perdió la razón al ver el trabajo de Aracne. Estaba tan perfecto, que no le encontró ni un defecto, no había nada que mejorarle, iracunda decidió vengarse de ella por elegir como motivo los escándalos de los dioses, por lo que le dio un fuerte golpe en la cabeza y la maldijo diciendo:
“Vivirás insolente Aracne, siempre de esta forma: suspendida en hilos, ese será tu castigo para toda la eternidad”.
Al decirlo, el cuerpo de Aracne se retorció en el piso y se transformó en la primera araña del mundo, una criatura condenada a depender de su hilo y a tejer por el resto de su vida.
Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de "Diccionario de la Mitología Clásica". Editorial Espasa.