Einstein ¿Un genio machista?: La terrible lista de “reglas” que su esposa debía cumplir para estar con él
Einstein ¿Un genio machista?: La terrible lista de “reglas” que su esposa debía cumplir para estar con él
Uno de los científicos más famosos de la humanidad, envió una terrible carta a su esposa donde especificaba una serie de conductas que debía cumplir para poder estar con él. ¿Cuáles eran las reglas? ¿Einstein siempre fue machista? ¿Cómo reaccionó Mileva? Aquí te contamos todo.
Uno de los científicos más famosos de la humanidad, envió una terrible carta a su esposa donde especificaba una serie de conductas que debía cumplir para poder estar con él. ¿Cuáles eran las reglas? ¿Einstein siempre fue machista? ¿Cómo reaccionó Mileva? Aquí te contamos todo.
Albert Einstein y Mileva Maric, un amor adolescente llevado al matrimonio
Dos genios enamorados de la física, la ciencia y las matemáticas, fueron unidos por el destino en el Instituto Politécnico de Zúrich, en 1896. Sus intereses comunes los unieron como compañeros de estudio, poco a poco la relación se fue intensificando y se convirtió en amor, hasta que de un momento a otro, la conducta de Einstein comenzó a ser extremadamente controladora y hasta abusiva.
¿Cómo era la relación de Albert y Mileva?
Ambos estaban completamente entregados a los estudios, sus intereses comunes eran lo que más favorecía su relación, pero su unión se fue deteriorando con el tiempo.
Einstein viajaba mucho en busca de nuevos proyectos y oportunidades laborales, Mileva debía quedarse en Zúrich estudiando –y cuidando su embarazo-. La relación tenía numerosos altos y bajos, pero siempre estuvo marcada por el carácter controlador y autoritario de Albert.
La mayor parte de su relación fue a distancia, por lo que la correspondencia era el método de comunicación más utilizado entre los dos.
La relación se comenzó a deteriorar con el primer embarazo de Mileva, si bien Albert parecía estar emocionado por convertirse en padre, no podía cumplir con las necesidades básicas -de compañía y apoyo emocional- de su esposa.
En las cartas que se enviaban, se percibe la autoridad de Einstein, quien –sin consultar a su esposa- tomaba las decisiones por los dos:
Albert Einstein
¡Regocíjate en la decisión irrevocable que he tomado!
Decidí lo siguiente sobre nuestro futuro: buscaré inmediatamente un puesto, sin importar cuán humilde sea. Mis objetivos científicos y mi vanidad personal no me
impedirán aceptar el papel más subordinado.
En el momento en que haya obtenido tal posición, me casaré contigo y te llevaré a mí sin escribirle a nadie una sola palabra antes de que todo haya sido resuelto.
¿Un conjunto de "reglas" para garantizar la estabilidad de la relación?
Así las llamó Einstein. La relación entre ambos fue deteriorándose con el tiempo, pero Albert quería seguir junto a Mileva “por el bienestar de los niños” –que para el momento, tenían 2- y decidió enviarle una carta –a modo de manual de comportamiento-, para garantizar su satisfacción como esposo.
La carta decía así:
Deberás asegurarte de:
-Mantener mi ropa y la del hogar en buen estado.
- Servirme tres comidas en mi habitación.
- Mantener mi dormitorio y el estudio completamente limpios. Debe quedar claro que mi mesa de trabajo es para mi uso exclusivo.
Renunciarás a cualquier tipo de relación personal conmigo en la medida en que no sean estrictamente necesarias por razones sociales. En concreto, renunciarás a:
-Sentarte en casa junto a mí.
-Pasear o viajar juntos.
Tendrás en cuenta los siguiente puntos:
-No mantendremos relaciones íntimas, ni me reprocharás nada.
-Dejarás de hablarme si yo te lo pido.
-Abandonarás mi dormitorio o estudio inmediatamente, y sin protestar, si te lo pido.
Te comprometerás a no menospreciarme delante de nuestros hijos, ya sea con palabras o hechos.
¿Cómo reaccionó Mileva Maric?
En un principio aceptó las condiciones por el bienestar de sus hijos, pero poco tiempo después las condiciones pasaron a ser excesivamente humillantes por lo que decidió separarse oficialmente de Einstein. Firmaron el divorcio el 14 de febrero de 1919.
Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de: OpenCulture