¿Tienes nariz de pinocho?

Explicas que un amigo te pidió ayuda en una broncota.

Dices que tu autobús fue secuestrado por extraterrestres.

Confiesas que tu reloj se descompuso.

Cambias de tema rápidamente.

Les confiesas que es tu tema favorito y que varias veces lo has expuesto.

Dices que sí a todo, pero que no te pregunten.

Te incluyes en la historia, como si tú también lo hubieras conocido.

Desapareces a tu amiga del relato y te conviertes en la protagonista.

Lo cuentas como fue pero, te remuerde la conciencia.

Le aseguras que el chavo con el que te vio el otro día... ¡es tu hermano!

Le dices que, de hecho, acabas de tronar con él.

Le confiesas que sí tienes novio, pero que están dándose un break.

Intentas quedar bien con tu prima, diciéndole que es la mejor chava del mundo (aunque no lo sea).

Inventas que ella tiene una enfermedad contagiosa que hace que se te ponga la nariz roja, ¡qué risa!

Desvías la conversación todo el tiempo. Cada quien sus broncas.