La reina Victoria y su mortal legado hemofílico
La reina Victoria y su mortal legado hemofílico
Desde el momento en el que la reina Victoria de Reino Unido ascendió al trono y se emparejó con el príncipe Alberto para tener un total de nueve hijos, la tragedia, la mortalidad -y según algunos, la maldición- no dejó de llegar a la realeza, puesto que la monarquía europea empezó a padecer de una terrible enfermedad que debilitó por completo toda la historia de la 'sangre azul'.
Desde el momento en el que la reina Victoria de Reino Unido ascendió al trono y se emparejó con el príncipe Alberto para tener un total de nueve hijos, la tragedia, la mortalidad -y según algunos, la maldición- no dejó de llegar a la realeza, puesto que la monarquía europea empezó a padecer de una terrible enfermedad que debilitó por completo toda la historia de la 'sangre azul'.
En esta historia no hizo falta ningún arma, ninguna batalla en contra de otro reino ni mucho menos ningún asesinato planificado para desangrar a los varones de las distintas familias reales de Europa, familias emparentadas directamente con la soberana Victoria.
Por el contrario, un enemigo imbatible y mortal se encontraba alojado dentro de la propia genética de los descendientes de la reina. ¿A qué nos referimos con esto?
Pues... en el ADN real estaba escrita la tragedia y la muerte de una forma innegable: la hemofilia (déficit del factor VIII), una ''maldición'' que cambiaría el curso de la historia y el destino de la monarquía europea...
¿Por qué Victoria? ¿Cómo se inició esta enfermedad en ella?
Es innegable que este es un caso controversial y motivo de muchas dudas y discusiones... sin embargo hasta el sol de hoy existen dos teorías sobre la aparición de esta terrible enfermedad dentro de la realeza.
Lo único realmente claro sobre ello es que su origen se remonta a Victoria I de Inglaterra, quien ascendió al trono con 18 años y reinó por un total de 63 años, período de tiempo en el trono de Reino Unido solo superado por su tataranieta y actual monarca británica, Isabel II.
Como ninguno de los progenitores padecían del déficit del factor VIII, se cree que o bien la reina Victoria fue producto de adulterio, o bien fue uno de los rarísimos casos de mutación de novo (un gen que aparece por primera vez en una familia). Un atípico proceso de la naturaleza que tiene una probabilidad de darse en 1 persona de entre 15.000.
¿Consecuencia de infidelidad?
En caso de que la hemofilia contagiada por Victoria I a sus descendientes fuera el fruto de una relación adultera, es probable que la madre de la reina, la princesa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld hubiera tenido un amorío fuera del lecho conyugal de su marido, el duque de Kent, corriendo con la mala suerte de que su amante resultase ser hemofílico, legando así este gen a su hija y más adelante, a toda la familia real.
«La primera portadora del gen mutante de la hemofilia fue sin duda la reina Victoria de Inglaterra. Esta enfermedad fue transmitida a toda su descendencia inicialmente por mujeres portadoras, que no presentaban síntoma alguno...
La zarina, princesa de Hesse, era nieta de la reina Victoria por parte de madre. La reina tuvo otras dos hijas portadoras del gen, que también tuvieron hijos hemofílicos, y que por tanto transmitieron el gen a los miembros de la realeza inglesa y española», defiende Thomas Dormandy en su obra «El peor de los males: La lucha contra el dolor a lo largo de la Historia».
Los descendientes de la reina Victoria y afectados por este mortal gen presentaron los síntomas comunes de la enfermedad: dolores incontrolables, hematomas pronunciados alrededor de toda la piel, hemorragias y rigidez en las articulaciones y en los músculos a causa de la fuerte hinchazón que provocaban las pérdidas de sangre, que solían aparecer en su mayoría sin ningún evento traumático.
Herencia hemofílica dentro de la 'sangre azul'
De los nueve hijos que tuvo Victoria con el príncipe Alberto, tres de ellos heredaron este déficit de coagulación...
Dos de las princesas, Alicia y Beatriz, fueron portadoras, así como el menor de sus hijos, Leopoldo. Este príncipe contrajo, a su vez, nupcias con la princesa austríaca Helena Waldeck. El matrimonio entre estos dos dio vida a una pequeña niña llamada Alicia, la cual heredaría el gen que más tarde se reproduciría en el ADN de su hijo Ruperto.
Tanto Leopoldo como Ruperto murieron a causa de una mortal hemorragia cerebral. El primero debido a un traumatismo en la cabeza después de una caída y el segundo en un accidente automovilístico.
Alicia se casó con el duque de Hesse, de la Casa Real de Prusia. El matrimonio tuvo siete hijos, entre los cuales tres fueron marcados por el gen. Federico, uno de ellos, murió a la edad de dos años y medio desangrado a causa de esta enfermedad y las hijas, Irene y Alejandra, legaron a sus propios hijos la hemofilia.
Irene se casó con Enrique de Prusia y fue madre de tres hijos. Dos de ellos fueron hemofílicos, el primogénito, Enrique, murió a la edad de 4 años y otro de ellos, Waldemar, a pesar de estar marcado por la maldición, vivió hasta los 56 años.
La que fue la última zarina de Rusia, Alejandra, se casó con el zar Nicolás II. El matrimonio tuvo cuatro hijas Olga, Tatiana, María, Anastasia y el ansiado varón Alexis. Sin embargo la espera fue en vano, puesto que el pequeño niño había nacido enfermo... padecía de hemofilia.
El zarevich fue el hemofílico más famoso de la historia...
«¡Por favor déjame morir, para no sufrir más!».
Frases como esta eran las que gritaba el pequeño a su madre, la zarina, a causa de la tortura que le producían las hemorragias internas. No obstante, ese fatal destino sanguíneo se frustraría con el fusilamiento de la Familia Imperial en julio de 1918.
La hemofilia se introdujo en la Familia Real española a través de la princesa Beatriz, la otra hija portadora de la reina Victoria I. Su sacra unión con el duque de Battenberg en 1885 trajo cuatro hijos. Leopoldo y Mauricio fueron hemofílicos. El primero murió en una intervención quirúrgica, a los 33 años, y el segundo una hemorragia abdominal, con 19 años, tras sufrir un accidente automovilístico.
¿Enfermedad o maldición?
Sin embargo, la enfermedad no se terminaría ahí, su hija Victoria Eugenia heredó a través de su madre una copia del gen. Desde este momento, el destino de los Borbones se rodeó mortalmente de esta enfermedad, cuando la nieta de la soberana inglesa se casó con el Rey Alfonso XIII en 1906.
El matrimonio entre estos dos monarcas tuvo como resultado siete hijos, dos mujeres y cinco varones, de los cuales Alfonso y Gonzalo fueron víctimas del legado de su abuela materna, Victoria I.
Alfonso, Príncipe de Asturias, murió a la edad de 31 años a causa de una hemorragia interna, causada por un accidente automovilístico.
Y finalmente... Gonzalo, el hijo menor del matrimonio, murió a los 20 años por un sangrado interno abdominal tras sufrir un impacto en un coche contra un muro.
Fuente: ABC Historia